¿Hasta donde llegarías para poder pasar cinco minutos más con tus seres queridos cuando la dama de la guadaña requiera tu presencia? ¿Te propondrías liarte a tiros con la mismísima muerte para prorrogar tu definitiva estancia en un ataúd? Pues a esas preguntas quiere dar respuesta No hay tumba, la nueva obra del tándem compuesto por Skottie Young al guion y Jorge Corona al dibujo (tras los más que recomendables Middlewest y Soy quién amas en las sombras, también publicados por Norma Editorial).
No hay tumba es una historia de redención, de apego a la vida y a los que queremos (y nos quieren) envuelto en un envoltorio de western crepuscular (viva Sergio Leone) con tintes sobrenaturales, repleto de acción, pesimismo y nihilismo; pero a la vez con un hilo de esperanza que es al que se aferra fervientemente Ryder, la protagonista del relato, antigua forajida reconvertida en dedicada madre y esposa que no puede dejar de lado su aciago pasado, cuando tristemente descubre que la muerte la reclama para que forme parte de su reino de almas en pena y descomposición.
El guion de Young, directo y efectista, onírico pero verdadero, no da tregua alguna en sus casi 150 páginas, donde la acción se da la mano con el pavor a lo desconocido, algo que casa de manera perfecta con el western; y el dibujo de Corona, como siempre excesivo, grotesco, tremendamente impactante (y en algunos momentos algo confuso, todo sea dicho) es el tipo de ilustración que le viene como anillo al dedo a lo narrado por el creador de I Hate Fairyland en este recomendadísimo tomo. Si películas como Infierno de cobardes o El jinete pálido están en tu Top Ten particular no puedes pasar de No hay tumba. Es muy de agradecer que en un momento en el género de vaqueros está bastante en boga, pero de manera muy clásica, podamos encontrar y disfrutar de tebeos tan diferentes, pero que respetan las raíces de donde proceden, como este.
El guion de Young, directo y efectista, onírico pero verdadero, no da tregua alguna en sus casi 150 páginas, donde la acción se da la mano con el pavor a lo desconocido, algo que casa de manera perfecta con el western; y el dibujo de Corona, como siempre excesivo, grotesco, tremendamente impactante (y en algunos momentos algo confuso, todo sea dicho) es el tipo de ilustración que le viene como anillo al dedo a lo narrado por el creador de I Hate Fairyland en este recomendadísimo tomo. Si películas como Infierno de cobardes o El jinete pálido están en tu Top Ten particular no puedes pasar de No hay tumba. Es muy de agradecer que en un momento en el género de vaqueros está bastante en boga, pero de manera muy clásica, podamos encontrar y disfrutar de tebeos tan diferentes, pero que respetan las raíces de donde proceden, como este.
Pako Navarro