Os voy a ser sincero: cuando empecé a leer El invasor y vi que estaba ambientado en la pandemia me dio mucha pereza. Todos vivimos aquello y recordarlo me parecía un soberano aburrimiento. Hasta que a partir de la página 40 empiezan las partes que, afortunadamente, no nos tocaron vivir a todos: la muerte de un ser querido sin posibilidad de estar junto a él en sus últimos momentos y cómo vivió el confinamiento la gente en el circuito de exclusión social, es decir, la gente que vive en la calle o que está en situaciones de riesgo.
Omar es uno de ellos. Acaba de cumplir los 18 y tiene que abandonar el piso tutelado en el que vivía. Engaña a sus trabajadores sociales y maestros diciendo que vivirá en una habitación en el piso de un amigo, pero pasa el día estudiando a medio fuelle y pernoctando en cajeros automáticos. Y entonces llega el COVID y el confinamiento, durante el cual hace migas con Vicente, un anciano que vive solo y al que le va a hacer la compra.
¡Y hasta aquí puedo leer sin SPOILERS! Solo decir que los acontecimientos llevan a Omar a conocer a Carol, la hija de Vicente, que tiene un curioso trabajo: mystery guest de hoteles.
Pérez Ledo y Orbe exploran los distintos mundos de Omar y Carol y cómo confluyen el uno en el otro gracias a la figura de Vicente, en un cómic sentido que, cuando acaba, desearías que hubiera continuado un poco más, para seguir viendo las vidas de ambos a partir de entonces.
¡Recomendado!
Jaume Albertí
