El género de zombies está de moda, o al menos eso parece deducirse de lo que nos vienen ofreciendo últimamente medios como el cine o el cómic. Así, cuando algo se sale de la norma habitual de sangre y cascajo bien vale detenerse un momento y prestarle un poco de atención. Como me ha sucedido recientemente con The Abandoned, un cómic firmado por Ross Campbell, publicado en Estados Unidos por TokyoPop y aquí en España por Dibbuks.
A Campbell le hemos conocido recientemente por estos lares después de que Norma Editorial publicara los primeros volúmenes de su Wet Moon, serie actualmente en curso en Yankilandia y con la que The Abandoned comparte algunos puntos en común. Con anterioridad habíamos podido ver alguna que otra ilustración para el juego de rol Exaltado.
The Abandoned apareció inicialmente publicitada como una serie de tres volúmenes de los que finalmente sólo aparecería el primero (desconozco si el autor tiene previsto continuarla algún día) y constituye un buen ejemplo de lo que os comentaba al principio.
La historia nos sitúa en las cercanías de Savannah, en el sureño estado de Georgia y tiene como protagonistas a diversos jóvenes que se ven envueltos en una situación de pesadilla: a raiz de una noche durante la cual un huracán azota la pequeña población todo habitante por encima de los 23 años pasa a convertirse en un muerto viviente de forma completamente inexplicable. Así comienza la lucha por la supervivencia de Rylie, la heroína principal, y de sus amigos.
Sí, en efecto, estamos ante una historia de zombies, pero no al uso, ni mucho menos. De hecho, el autor parece estar más interesado en presentar un grupo de personajes y establecer entre ellos relaciones que puedan resultarnos convincentes, un poco en la línea que ya hemos podido ver en otra serie que se ha ganado el favor del público lector, y que no es otra que Los muertos vivientes, de Robert Kirkman. Otro detalle original reside en la misma naturaleza del grupo protagonista, integrado por jóvenes que o bien todavía se encuentran en la adolescencia o bien apenas la han pasado, a incluir, al menos en lo que respecta a algunos de ellos, dentro de ese segmento de población estadounidense conocido como white trash, y cuya estética, si bien se halla influída por la que encontramos en Wetmoon, se caracteriza por cierto toque grungie. Por otro lado, debe destacarse el peso que ostentan las relaciones personales en el tebeo, a mencionar específicamente la naturalidad con que se trata el tema de la homosexualidad.
Todos estos factores aunados al buen hacer de Campbell consiguen involucrar al lector en la trama, al tiempo que le ayudan a entender mejor todo lo que está pasando. El único problema es el ritmo narrativo, que considero un poco lento en la primera parte del cómic, donde se presenta a los personajes, si bien enseguida adquiere dinamismo y acaba finalmente por deparar un buen balance entre momentos de acción frenética que llegan a manifestar una elevada carga dramática y momentos de reposo donde la atención se desplaza a las relaciones personales.
En el plano gráfico me gustaría poner de relieve la habilidad narrativa del autor, así como la crudeza con que plasma la violencia. En este aspecto preciso el autor se rinde a las convenciones gore del género, detalle que adquiere un gran relieve si consideramos que el cómic está impreso a dos tintas, negra y roja. En fin, una buena historia de zombies que no va exactamente sobre lo de siempre, o sea, matar zombies, sino que se parece más a un slice of life con no muertos de por medio.
Aitor Poza