Gachiakuta tiene todos los elementos que constituyen un shonen de tomo y lomo: protagonista que se distingue del resto de personajes por su posición en la historia y sus capacidades especiales (más especiales incluso que las de los secundarios que también son chachi piruli); lucha de superación personal; una situación muy grave a la que hacer frente; descubrimiento paulatino del mundo en el que se desarrolla la trama...
Kei Urana nos traslada a un entorno repleto, literalmente, de basura. Altomundo descarga todos sus deshechos al Abismo, siendo una incógnita si se sabe que estos van a dar a Sotomundo, donde la población debe esquivar a las bestias que se crean en las acumulaciones de detritos. Los Limpiadores se encargan de ellas, y entre ellos se encuentran los Givers, gente especial capaz de dotar a los objetos con habilidades extraordinarias. Y aquí radica uno de los elementos más singulares de este manga: para que dichos utensilios tengan esas atribuciones deben haber sido tratados con cariño durante mucho tiempo. Rudo, el prota, por supuesto, puede coger cualquier cosa e imbuirla de poder sin haber tenido previo contacto con ella. ¡Shoneeeeeen!
Es una aventura la mar de entretenida y muy bien dibujada. Aprovechad ahora que lleva pocos tomos publicados para meteros en ella.
Jaume Albertí