Los fans de Philip K. Dick (y los de Emmanuel Carrère) estamos de enhorabuena: Anagrama acaba de reeditar el hasta ahora casi inencontrable Yo estoy vivo y vosotros estáis muertos. Que es una suerte de biografía novelada de Dick… Y, por poco que sepamos de cómo fue la vida del autor, y del talento de Carrère a la hora de narrar vidas ajenas, ya podemos prever que estamos ante una obra fascinante.
A estas alturas no será necesario presentar a Philip Kindred Dick; el cine, sobre todo, se ha encargado de que el nombre nos suene a todos. Blade Runner, Desafío total, Minority report, A scanner darkly… Son solo algunas de las adaptaciones directas, y eso sin contar aquellas que, de un modo u otro, ha inspirado o sobre las que ha influido (comenzando por la celebérrima trilogía Matrix). A ello se suman series de TV, cómics, canciones (y discos enteros), ensayos, novelas, y prácticamente cualquier aspecto de la cultura contemporánea. Por más que, en vida, apenas alcanzó reconocimiento fuera del restringido círculo de aficionados a la ciencia-ficción, el tiempo ha expandido su sombra y hoy se le considera en muchos ámbitos como uno de los escritores más influyentes de nuestra era.
El caso es que no solo lo que escribió Dick resulta interesante y algo extraño: la propia trayectoria vital del autor no se queda atrás. La simbiosis entre vida y obra llega hasta el punto en el que, especialmente durante el tramo final de su carrera, se dedicó a algo así como la autoficción, apareciendo como personaje en alguna de sus novelas y, en todo caso, aportando bastantes elementos autobiográficos a la misma… Elementos que son, prima facie, indistinguibles de los puramente fantásticos. Las circunstancias y anécdotas singulares que rodean su vida son interminables: desde la prematura muerte de su hermana gemela, hecho que pareció obsesionarle posteriormente, hasta sus experiencias visionarias, pasando por el consumo de drogas, los rasgos paranoicos, sus múltiples nupcias o sus, digamos, complejas relaciones con otros autores (notable el caso de Stanislaw Lem) y con las autoridades (como el FBI), Dick fue, en sí mismo, un personaje que resulta una fuente casi inagotable de material literario. Durante los últimos años de su vida se pasó las noches escribiendo lo que parecen ser varios miles de páginas, en una suerte de diario-ensayo donde trató de dar salida a los fantasmas que poblaban su mente visionaria (o, según se opine, trastornada). Una mínima parte que, con todo, ocupa más de mil páginas, fue publicada en 2011 con el titulo The Exegesis of Philip K. Dick, aunque algunos fragmentos aparecen también en sus últimas novelas, notablemente en la trilogía VALIS.
Con este material de partida, Emmanuel Carrère compone una biografía donde pone su sello personal, transformando las anécdotas más o menos conocidas de la vida de Dick en una narración continua, poniendo su propia voz a los personajes, rellenando huecos y formulando hipótesis sobre cosas que pasaron o pudieron pasar. Los lectores más puntillosos probablemente encuentren aquí un punto discutible, ya que Carrère se toma, digamos, muchas licencias literarias en favor de la narrativa, y faltan fuentes que nos corroboren lo que nos está contando, con lo que en muchas ocasiones no sabemos muy bien qué procede de hechos más o menos fundados y qué de la cosecha propia de Carrère. En todo caso, este problema desaparece si tomamos el libro como lo que es: una biografía novelada, donde la vida de Dick es el material de partida para componer una historia que mezcla sin complejos ficción y no-ficción, y que resulta tan fascinante como cualquiera de las novelas del de Illinois.
Como decía al principio, lo que tenemos es un libro que resulta prácticamente imprescindible para los fans de Philip K. Dick, pero que, aunque fuera la primera vez que oímos el nombre del autor, resulta tremendamente interesante por sí mismo: extraño, esquinado, hechizante, como solo puede serlo el propio biografiado. Y no puedo dejar pasar la ocasión sin recomendar fervientemente sus obras, desde los clásicos Ubik, El hombre en el castillo, Fluyan mis lágrimas, dijo el policia o ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, hasta sus obras más tardías y delirantes, como la citada trilogía VALIS. Quizá no sean obras para todo el mundo, pero una vez que te sumerges en su mundo, y si consigues conectar con él, es imposible no apasionarte por ellas y por el hombre que las escribió.
Rafael