lunes, 3 de marzo de 2008

[Peregrinaje Gothamita: Frankenstein y otros monstruos de papel]


[Promethean: The Created]
White Wolf se ha hecho cargo de la broma y más de una década después de que los fans comenzaran a hacer chistes sobre cuál sería el siguiente juego de rol titulado Nombre de Criatura Sobrenatural + Subtítulo aún sigue exprimiendo la fórmula y sacando de donde, aparentemente, no hay nada que pueda aprovecharse.
En este caso, escarban en la obra de Mary W. Shelley, en la leyenda del Golem y en fuentes mitológicas diversas para ofrecer una serie limitada de cinco suplementos (el básico más cuatro libros de apoyo) en las que los jugadores encarnan a monstruos en un peregrinaje incierto cuyo objetivo es alcanzar la humanidad de la que sus carcasas teñidas de una vida artificial están desprovistas.
Sorprendentemente, pese a lo complicado de la propuesta (Frankenstein es un gran libro, pero derivar de él todo un juego de rol con posibilidades es tarea de titanes) los chicos de White Wolf salen con bien de su intento y explotan las ramificaciones del proyecto a la perfección dentro de las propias limitaciones del mismo. Un merecido aplauso.

[Frankenstein, Mary W. Shelley]
[Drácula, Bram Stoker]

La lectura del juego de rol mencionado me llevó a cumplir con un deber pendiente: leer la obra en la que se basa el mismo. Tras leer Drácula el año pasado puedo asegurar que tanto una como otra novela tienen varios elementos en común, a saber: son clásicos del terror, son entretenidos y han sido tratados a puñaladas por sus respectivas y múltiples adaptaciones cinematográficas.
Shelley no se explaya en la creación del monstruo, ni tan siquiera aparecen los arquetípicos rayos y truenos en el momento de su génesis, que nos es narrada en apenas dos páginas. Lo importante es la metáfora, el símbolo, del acto de la creación, del impulso de la invención y, también, de la negrura existencial, de lo inevitable del destino y de la ansiedad, la obsesión, la compulsión y la depresión de Victor Frankenstein.
Su monstruo es además un predecesor (¿creador?) de la figura del asesino psicópata omnisciente, que parece estar en todas partes y saberlo todo con tal de cumplir su objetivo: hacer la vida imposible a aquel que le dio esta parodia de vida.
Si Drácula es una aventura en la que unos amigos se embarcan en un viaje contra el mal, Frankenstein es un viaje en el que éste se muestra de forma simbólica, como creación de la propia humanidad y no como algo ajeno y depredador de ésta.
Ambos son lecturas obligatorias.

[Frankenstein Desencadenado, Brian Aldiss]
Profundizando en los temas del clásico, Aldiss juega con los viajes (en este caso, distorsiones) temporales para trasladar a un sosias poco disimulado suyo a la Ginebra en la que vivieron por un tiempo Shelley (el poeta y su esposa), Byron y Polidori, reunión que motivó la escritura por un lado de Frankenstein y por el otro la de El Vampiro. Además, cerca de la villa Diodati, donde veranearon tan ilustres autores, hallamos a los personajes de la obra de Mary, coincidencia espacial que emplea el autor para escribirnos una carta de amor a Frankenstein y a realizar su particular análisis del mismo.
Una obra curiosa e interesante, que logra mantener el tono de la novela que admira y estudia.

[Carmilla, Joseph Sheridan le Fanu]
[El Vampiro, John William Polidori]

Como Frankenstein, El Vampiro surgió de las circunstancias del encuentro en la villa Diodati en 1816. Es un relato corto muy recomendable, con cierto punto de humor sardónico, en el que se nos presenta a un chupasangre manipulador y muy, muy cabrón.
Carmilla, por su parte, nos muestra una historia de vampiros con tonos políticamente incorrectos (véase sino la relación casi pornográfica que une a Carmilla con su víctima), a la que sólo se puede achacar un final algo abrupto. A reseñar la sutilidad con la que la vampira atrae hacia sí a sus víctimas, que recordará a todos los jugadores de Vampiro (bien La Mascarada, bien El Réquiem) a un uso magistral de la Disciplina de Presencia.

[La Novela Perdida de Lord Byron, John Crowley]
Queda en el tintero para una futura lectura. Crowley, del que sólo he leído su sensacional Aegipto, se embarca en la escritura del libro que Byron hubiera podido redactar si hubiera participado en el desafío propuesto en villa Diodati. Conociendo al autor el resultado bien puede ser fascinante.

[El Golem, Gustav Meyrink]
Tan fascinante como es la lectura de esta obra, a medio camino entre el ensueño y una terrible historia de venganzas. Sugerente, onírica, contradictoria, es el no tan típico libro que te atrapa en su lectura o que abandonas por confuso. Como las obras de Grant Morrison, sin embargo, muestra bajo todas sus capas de ambigüedad una armazón firme y lógica que no parece tal a primera vista. A leer.