Victoria Ying, con experiencia en el campo de las películas de animación y la historieta, basa en parte la trama de este cómic en sus propias batallas con un trastorno alimenticio.
Valerie Chun vive temerosa de adquirir peso por culpa del régimen estricto al que le somete su madre desde niña, hasta el punto de que vomita todo lo que come para no engordar.
El fantasma que alimento intercala viñetas del paso del instituto a la universidad tan caras al imaginario colectivo estadounidense (véase clásicos como Ghost World, o la reciente Yo no soy Starfire), para redondear el ajuste de cuentas de Valerie con su trastorno y con todo lo que le rodea que lo ha hecho posible.
El trazo de Ying es estudiado, ágil y certero y su narrativa hace que las 200 páginas se lean en un suspiro. La escasa gama de colores es adecuada y acompaña la línea simple pero plena de detalles de la pluma de Ying.
¡Recomendado!
Jaume Albertí