Jeff Lemire vuelve a tocarnos la patata con su nueva obra, Cazarranas.
El autor, gran conocedor y gran valedor de la América rural y profunda, vuelve a pisar este terreno en el que tan bien se desenvuelve y nos plantea una historia onírica, terrorífica y misteriosa a trazos, pero altamente emotiva en todo momento que nos muestra lo frágil que es el ser humano frente a algo tan fatídico e irreversible como es la muerte.
Un hombre despierta en un extraño hotel, el Edgewater, donde se topa con tres cosas que cambiarán el curso de su devenir: las llaves de una de las habitaciones del hotel, la 309; una habitación, la misma del llavero, cerrada a cal y canto y con una rana ensartada en la puerta; y un chaval, conocedor al 100% de las instalaciones del hotel, que le acompaña y ayuda en su acaecer en el lugar, y que además le pide que no abra jamás la puerta de la habitación 309, ya que allí encontrará algo peor que lo que más miedo te da.
Con su acostumbrada fuerza narrativa y una puesta en escena sobria pero sobresaliente, Lemire nos lleva hasta el fondo del alma humana para desvelarnos que para morir lo único que hace falta es estar vivo. Y que mientras respiremos, hay que darlo todo porque no sabemos cuan corto o largo será nuestra existencia, y que todos esos recuerdos junto a las personas a las que queremos será lo único que nos llevemos a la tumba.
Un duro y precioso cómic que nos hace reflexionar en todo lo que deberíamos hacer y decir antes de que nos aborde nuestro funesto deceso.
Pako Navarro