martes, 16 de abril de 2019

Cómic Recomendado: EL CANTAR DE AGLAÉ


Aglaé es una oceánida.
Un día queda preñada de un desconocido y, su padre, Poseidón, la expulsa del bosque de Enna, donde había vivido siempre con sus hermanas.
El cantar de Aglaé es una fábula. Una fábula levemente mitológica en su comienzo, una fábula circense y una fábula feminista. Aglaé detesta a los hombres: uno la dejó embarazada; otro la condenó al exilio; y otro, el tirano del reino, pone en peligro su vida porque odia a las mujeres solteras embarazadas y las condena a muerte en cuanto alguien le pone sobreaviso de la situación. Podría decirse que Aglaé también llega a sentir desprecio por James Kite, el propietario del circo que le da cobijo y le ofrece casarse con ella para no incurrir en la fatal ira del dictador.
Anne Simon creó los capítulos que componen el cómic de forma desordenada y luego los ordenó cronológicamente al idear y crear nuevo material cuando los recopiló. Casi todos los episodios tienen un diseño de página propio: los hay que tienen cuatro viñetas por página, otros seis, algunos doce; casi todos tienen una ornamentación diferente que los particulariza, pero las florituras estéticas nunca entorpecen la lectura de la obra; a veces las viñetas están separadas por calles, a veces por una línea que las rodea, a veces por una doble línea, a veces por un espacio en blanco; dignas de mención son aquellas viñetas que narran toda una secuencia de acontecimientos de forma clara y gráfica en una sola de ellas.
El dibujo es francamente delicioso.
Como cuento que es, El cantar de Aglaé tiene momentos y personajes ingeniosos y tiene un sabor agridulce, de tragicomedia.
Como fábula feminista cede el protagonismo a los personajes femeninos, especialmente a Aglaé y a Simone, secretaria del reino. Sin embargo, no se descuida a ningún personaje, ni femenino ni masculino y, a excepción de los comparsas que dan color, todos tienen una función dentro de esta parábola.
Porque la parábola no solo es un grito contra el machismo y la desigualdad institucionalizada. La autora plantea serias dudas sobre el peso de la corona, si el poder corrompe a mujeres y a hombres por igual y, en su desenlace, habla de la inescapable tiranía biológica y social, cuando pese a los ideales que se esgriman, por muy puro que uno intente ser, puede acabar derrotado y convertido en lo que uno odiaba.
Da que pensar, ¿verdad?

Jaume Albertí