Lola, Josh y Gizmo son tres adolescentes un tanto marginales: los
demás jovenzuelos que les rodean los ningunean y se burlan de ellos,
así como los adultos, que ni los entienden ni los apoyan. Para
rematar sus anodinas existencias, la ciudad en la que viven se
encuentra invadida por animales salvajes que han tomado las calles
como si de su hábitat natural se tratara: cocodrilos en los lagos,
osos pardos en los jardines, jirafas, leones y monos en los
solares... vamos, una bestial locura. El día a día de cada uno de
ellos se basa en encararse lo menos posible tanto a esos humanos como
a esos animales, peligrosos ambos, que se han propuesto hacerles la
vida imposible. Entre fieras, madres alcohólicas, matones de
instituto y demás escollos, el descubrimiento de la edad adulta por
parte de nuestros protagonistas será, como se dice vulgarmente, "a
base de hostias".
Con esta premisa tan pesimista como alarmista, el parisino Loïc
Godart nos presenta Bestias salvajes, su primera obra en solitario publicada en
castellano, de la mano de la editorial Nuevo Nueve, tras conocer su
arte por estos lares gracias a los álbumes El corazón de las
tinieblas y El jugador (ambos editados por Norma Editorial). Una
fábula onírica que indaga en el negro y mezquino corazón de muchos
seres humanos, en porqué la sociedad en la que vivimos es cada día
que pasa más violenta y desoladora, en porqué los más desvalidos
tienen cada vez menos cabida en este mundo despiadado; y todo esto
visto desde los ojos de una muchacha y dos zagales que no acaban de
encontrar un hueco en su entorno y que se resisten, a la vez que lo
desean como locos, convertirse en adultos. El hecho de la invasión
animal que sufre la ciudad en la que ocurren los acontecimientos dota
a la historia de una magia que roza lo fantástico, pero a la vez la
impregna de un realismo salvaje y doloroso, que ayuda a mostrar que
el peor enemigo para el hombre es el propio ser humano, su prójimo.
El arte de Godart, que en muchos aspectos recuerda a un tosco Paul
Pope, más estilizado y europeo, y el uso de una tonalidad cromática
apagada pero fiera, le da a Bestias salvajes ese tono devastador que
una historia así debe tener, a la vez que ayuda a atisbar los pocos
rayos de esperanza que logran divisar el trío principal de este
cómic, apocalíptico y reflexivo a partes iguales.
Pako