Eres un joven guionista escocés a mediados/finales de los 80 trabajando en la escena inglesa del cómic. Watchmen arrasa con todo y la editorial que lo publica, DC, repara en que sus autores (Alan Moore, Dave Gibbons y John Higgins) son todos británicos. (Brian Bolland, el dibujante de otro tebeo icónico de principios de la década, Camelot 3000, escrito por Mike W. Barr, también procede de las islas).
En DC suman dos y dos y comienzan a contratar historietistas ingleses, especialmente guionistas: Grant Morrison, Neil Gaiman, Peter Milligan... (sin olvidar al imprescindible artista multimedia Dave McKean). Todos empiezan a trabajar siguiendo de pé a pá las pautas establecidas por Moore en sus tebeos de la época: recuperación de personajes antiguos de la editorial, actualización de los mismos con un añádido de realismo, cierta cotidianeidad y costumbrismo mezclados con lo extraño y lo fantástico a partes iguales. Todos ellos huyen de la sombra del genio de Northampton rápidamente estableciéndonse como guionistas con personalidad e intereses creativos propios.
Y en este punto de la narrativa recuperamos a nuestro guionista escocés y su primera obra en Estados Unidos junto al dibujante Chaz Truog: Animal Man.
A diferencia de otros superhéroes, Buddy Baker está casado y tiene dos hijos. No tiene identidad secreta y pasa desapercibido en sus "gestas" metahumanas. La colección tiene una fuerte conciencia ecológica y animalista, pero pronto la acción la lleva por derroteros la mar de existenciales, abstractos y... mejor lo leéis vosotros mismos. Las situaciones extrañas y absurdas se suceden y contrastan con la vida de suburbio de Baker, Ellen, Maxine y Cliff. El guionista deja caer pistas aquí y allá de lo que les deparará el futuro y al final todo queda resuelto en unos últimos números de auténtico infarto, donde el pequeño héroe se ve superado por los ontológicos acontecimientos.
La serie consta de tres volúmenes de los cuales ya están disponibles los dos primeros.
El guionista escocés, por supuesto, es Grant Morrison.
Jaume Albertí