Han pasado casi 25 años desde la publicación original de Kingdom Come, una propuesta de reafirmación del género de superhéroes orquestada por Mark Waid y Alex Ross a partir de ideas y conceptos de este último.
¿Qué hacía necesaria esa reafirmación por parte de los autores? Hacía cuatro años que se había fundado Image, caracterizada por sus cómics de "superhéroes" que mataban y que apenas se diferenciaban estética y moralmente de los supervillanos a los que combatían, iniciando una auténtica era oscura y una crisis moral del superhéroe que se trasladó a los títulos de las dos principales editoriales de títulos pijameros, DC y Marvel (si bien es cierto que este oscurecimiento había comenzado ya con la publicación de Watchmen y El Regreso del Caballero Oscuro, en estas obras encontrábamos también heroismo en estado puro, pero muchos autores y lectores se quedaron solo con la capa superficial de violencia y "realismo" de las historias).
Ahora que los superhéroes se habían convertido en vigilantes, en juez, jurado y verdugo, ¿les quedaba algún papel por jugar a los trasnochados Superman y Batman, a las cohortes de colorines con un código moral desfasado y no adaptado a los tiempos que corrían? La respuesta de Waid y Ross, auténticos fans de esos personajes, fue un rotundo sí.
Kingdom Come da comienzo con un Superman retirado desde hace diez años (en clara referencia al Caballero Oscuro de Miller) porque la gente le ha dado de lado al favorecer a "héroes" como Magog, personaje que alude al Cable de Rob Liefeld y a toda la caterva de ciborgs, mercenarios y justicieros superpoderosos e hiperdesarrollados posteriores. La Liga de la Justicia se ha visto sustituida por una nueva generación de héroes a los que no les tiembla el dedo a la hora de apretar el gatillo y la cosa se está desmadrando a base de bien.
Kingdom Come da comienzo con un Superman retirado desde hace diez años (en clara referencia al Caballero Oscuro de Miller) porque la gente le ha dado de lado al favorecer a "héroes" como Magog, personaje que alude al Cable de Rob Liefeld y a toda la caterva de ciborgs, mercenarios y justicieros superpoderosos e hiperdesarrollados posteriores. La Liga de la Justicia se ha visto sustituida por una nueva generación de héroes a los que no les tiembla el dedo a la hora de apretar el gatillo y la cosa se está desmadrando a base de bien.
Lo que viene a continuación es pura poesía visual a cargo de Ross, unas interpretaciones de los héroes clásicos auténticamente memorables y un debate sobre el bien y el mal y las líneas que no deberían cruzarse si lo que se busca realmente es el bien común y proteger a los inocentes de las depredaciones de los poderosos. Para mí es una obra que está repleta de momentos y diálogos que forman parte de mis recuerdos más preciados como lector de superhéroes. Seguro que tú también encuentras alguno.
Jaume Albertí
Jaume Albertí