¿Es Sean Murphy mucho mejor dibujante que guionista? Es mi firme creencia que sí. Pero es que Murphy es muy, muy buen dibujante. Sus hiperdetalladas ilustraciones, que se pueden apreciar mucho mejor en esta edición especial en blanco y negro del cómic Batman Caballero Blanco, quitan el hipo y refrendan la opinión que tengo de él desde que leí su Punk Rock Jesus (y que si os gusta Murphy tendríais que leer también): Murphy lo dibuja TODO, y lo dibuja bien, y se debe tirar horas y horas y horas en su estudio añadiendo matices, tramas, sombras y pensando en la narrativa, los encuadres y la planificación de página. Además, se nota que disfruta con lo que hace y está agradecido de poder trabajar como autor completo.
Y su disfrute se convierte en el nuestro como lectores de su obra.
¿Su labor como guionista? Lo diré sinceramente: mejorable. No me refiero a la hora de elaborar una trama con ritmo y entretenida. El estadounidense firma un cómic divertido, con buenos momentos y que se lee del tirón. En donde flojea más bien es en dar respuesta a los planteamientos que generan sus historias, en la ejecución de ideas que se salen un poco del simple entretenimiento. Está claro que no todo el mundo puede explorar con el detenimiento y la lógica implacable de Alan Moore el entorno de ficción en el que transcurren estas historietas, pero Murphy, a mi juicio, no acaba de dar en el clavo.
Batman Caballero Blanco parte de las siguientes premisas: ¿Qué pasaría si el Joker recuperara la cordura y empleara su intelecto para hacer el bien? ¿Qué pasaría si se pusiera en entredicho la legitimidad moral de Batman? Es aquí donde Murphy hace trampas y no creo que sea consciente de ello. Para que esta hipótesis tenga interés, la versión del Joker y Batman presentada tiene que ser la de toda la vida, aunque sea en un cómic como este que está fuera de la continuidad de las aventuras ordinarias del personaje. Porque si, como hace el guionista, al tratarse de una historia aislada y no conectada con el resto, directamente establece que el Joker es un incomprendido, que nunca ha cometido ningún delito peor que el robo a mano armada, y Batman lo odia sin motivo alguno y le mete unas palizas de muerte, entonces lo único que hace Murphy es darse la razón a éĺ mismo, sin explorar con algo de la lógica y el detenimiento que hemos mencionado antes, el tema subyacente que ha elegido para esta obra.
¿Es esta una barrera para gozar con la lectura? A mí no me la ha supuesto. Darle vueltas a este tema ha hecho que disfrutara del tebeo en dos niveles distintos: uno, recorriendo la aventura como tal; dos, viendo en qué acertaba Murphy en sus inquisiciones y al mismo tiempo observar como fracasaba o tenía exito en las metas más de fondo que se había fijado.
Porque aunque Batman Caballero Blanco no me convenza como estudio del personaje del Joker, una cosa es cierta: Murphy se fija metas más allá de hacer un tebeo entretenido, cosa que no se puede decir de muchos otros guionistas del ramo y se ve claramente en la página como lucha por intentar que afloren los temas que se ha propuesto poner en la palestra. Me gusta que sea ambicioso y no pretencioso. Y que ya haya prevista una secuela para esta obra y que este trabajando en ella.
Porque para acabar con una nota positiva, cualquier lectura que te deja con ganas de más como es el caso (Murphy deja un par de cabos sueltos que tratará en la continuación) es perfectamente recomendable.
Y el giro que le da al personaje de Harley Quinn, a mí me ha parecido muy flipante, a la altura de las genialidades de Moore, cuando te sorprende con una revelación que lo cambia todo pero que no niega todas las décadas de desarrollo previo del personaje, sino todo lo contrario, es perfectamente coherente con ellas, es su lógica conclusión, y aún así significa una ruptura con lo anterior y un mazazo para el lector.
Sean Murphy es un autor que se esfuerza. Será un placer seguir sus pasos.
Jaume Albertí