Mr. Milagro es un cómic superlativo, en todos los sentidos. Créeme, ven a comprame las doce grapas de las que se compone esta serie o espera a que ECC la reedite en un tomo, pero, por favor, LÉELO.
Tom King y Mitch Gerads ya habían formado equipo en otra serie en la que la guerra era uno de los temas tratados: El sheriff de Babilonia, pero coger el Cuarto Mundo de Jack Kirby y hundirlo en las cotas de miseria que alcanza aquí es una cosa muy diferente.
La colección es francamente deprimente y nihilista, y no podría ser de otro modo porque la guerra es tratada aquí con la dureza que siempre debería caracterizarla en la ficción. Las fuerzas de Nueva Génesis y Apokolips se dejan la piel y el alma en el conflicto y se arrastran entre el fango y la mugre día sí y día también.
Si ya de por sí las escenas bélicas, las intrigas políticas y las negociaciones entre enemigos generan mal rollo, el incluir el tema familiar en el transcurso de la trama es una decisión brillante y bien ejecutada. El matrimonio formado por Big Barda y Mr. Milagro debe mantener el equilibrio entre liderar las fuerzas de Nueva Génesis y contribuir a las tareas del hogar en escenas que son deliciosamente oníricas y surrealistas, como todo el cómic.
¡Y no puede ser de otra manera cuando este se inicia con el intento de suicidio del protagonista! ¿Ha muerto Mr. Milagro? ¿Está en el cielo? ¿En el infierno? ¿Sufre de una depresión galopante y por ello ha intentado acabar con su vida? El final es bastante ambiguo, y a mí no me ha convencido particularmente. Prefiero pensar que Milagro está muerto y que como maestro escapista que es intenta luchar por escapar de la muerte (como ha hecho desde que nació) pero no las tiene todas consigo: ¿realmente quiero volver a la vida?
Independientemente de lo que me parezca el desenlace, el viaje hasta él me parece deslumbrante, para nada parecido a ningún otro cómic que haya leído (de superhéroes o a secas), en el que pasan cosas constantemente, en donde King se esfuerza por pensar en puestas en escena distintas y tratar cada una de las situaciones de forma especial y con sentido y significado.
Mitch Gerads ofrece un contrapunto gráfico ideal y eleva la calidad de la serie a cotas difícilmente alcanzables si hubiese sido otro el artista (o artistas) elegidos.
El mejor cómic que he leído este año.
Jaume Albertí