viernes, 19 de abril de 2019

Cómic Recomendado: ULTIMATE SPIDERMAN

Debe ser 1980 o, más probablemente, 1982, porque recuerdo el sonido de fondo de la Copa Mundial de Fútbol disputándose en televisión.
Ya era lector de cómics e incluso había leído dos números del Capitán América de Jack Kirby publicados por Vértice. Fueron mis dos primeros tebeos de superhéroes y me impactaron por el arte expresionista y rocoso de su creador, aunque creo que sería más correcto afirmar que me aterrorizaron bastante, con el Capitán ciego y gritando al viento que sabía que ante él se alzaba Cráneo Rojo, su peor enemigo, porque reconocería esa voz en medio de la peor de las tormentas.
Es 1982 y cae en mis manos un tebeo de Spiderman de Stan Lee y John Romita, la primera colección de cómics que seguiría mes a mes. Curiosamente y aunque me encantó Spiderman, lo que me enganchó de verdad fueron las historias de complemento de Los 4 Fantásticos. Ben Grimm, la adorable Cosa de ojos azules, ídolo de millones, participaba como piloto en un vuelo experimental y se estrellaba estrepitosamente en la última página. La historieta se cerraba con un primer plano de Alicia Masters, la pareja de Grimm, gritando por la pérdida. Me envolvió la congoja. Tenía que saber qué había pasado. ¡No podía estar muerto!
Disfruté mucho de esa gloriosa etapa de Spiderman y sigue siendo mi favorita del personaje, más incluso que la fundacional de Lee con Steve Ditko, aun teniendo en cuenta que Ditko me alucinó en todos los números que Vértice intercalaba en la etapa de Romita de forma aleatoria. Esas telarañas, ese traje, ese estilazo. En una época en la que no tenía favoritos, supongo que Spidey era mi favorito por defecto. Después de todo no podía comprarme más de un cómic al mes, y el resto eran fruto de los intercambios en la papelería del barrio (a 5 pesetas el cambio) y los que reuníamos entre los compañeros de clase y en el pueblo de mis abuelos, donde pasaba fines de semana y vacaciones. Sí, hay fotos mías disfrazado de Spiderman en el álbum familiar.
Saltamos en el tiempo
Es el año 2000. Marvel decide crear una línea editorial donde los recién llegados puedan leer las aventuras de Spiderman y los X-Men sin necesidad de haber leído esas series durante décadas para poder entenderlas. Se trata de versiones alternativas de los personajes, que siguen siendo muy fieles a los mismos, pero que comienzan desde sendos números uno con una narrativa y una puesta en escena muy amigable tanto para el lector virgen como para el veterano, todo un soplo de aire fresco en la normalmente opaca, estanca, retorcida e incomprensible continuidad de los cómics del género. El intento se recibe con precaución o directamente con un inevitable pesimismo. Otro relanzamiento de la editorial con nuevas series que no encontrarán su público y que será cancelado en breve. Sin embargo la iniciativa tiene un éxito sin precedentes y se mantiene fresco durante casi una década, en la cual el sello Ultimate acaba acumulando los mismos problemas estructurales y de comprensión que el universo Marvel tradicional. No obstante, durante su época de auge, a las series iniciales se les suman los Ultimate Fantastic Four, multitud de miniseries y eventos, y el gran éxito de crítica y público que representaron los Ultimates (una versión de los Vengadores) creada por Mark Millar y Brian Hitch.
Volvemos a Spiderman. Brian Michael Bendis está tan bien considerado en la editorial que se le da carta blanca para contar las aventuras del trepamuros, y se le confían las labores artísticas a un profesional con muchos años a cuestas y con muchos cómics de Spiderman a su nombre, Mark Bagley, que aquí (y puede que en los Thunderbolts) hace el trabajo de su carrera. Dibujante de estilo clásico, Bagley capta a la perfección el ambiente teenager que rodea a Peter Parker y sus compañeros de instituto, además de salirse en su descripción gráfica del superhéroe y ser un diseñador de villanos tecnológicos de lo más puntero.
Bendis compone unos deliciosos guiones que pueden disfrutar tanto adolescentes como gente de todas las edades y relata con calma el origen del personaje, recreando los tópicos y secundarios (y enemigos) de décadas de historias arácnidas de forma muy original y, a menudo, sorprendente. Pero en donde destaca particularmente es en la relación entre Parker y Mary Jane Watson. El primer beso, los miedos, el desengaño del primer amor. Todo está excelentemente retratado, aunque lo dilatado de la serie hace que la consistencia y la coherencia de esta trama oscile un poco y no tenga a veces el ritmo deseado, pero claro, es comprensible debido al titánico esfuerzo que supone mantener la calidad en un cómic que alcanzó la friolera de 160 números.
Con sus pros y sus contras (creo que la colección alcanza su cénit en los 133 números, con la saga Ultimatum), Ultimate Spiderman es el cómic que todo fan del personaje debería leer ahora que Panini está recopilando la serie en unos bonitos volúmenes, tanto si se lleva toda la vida acompañado de él como si se quiere subir a bordo en una aventura muy especial.
Si este es vuestro primer cómic de superhéroes seguramente no será el último.
Por mi parte solo puedo decir que cada vez que abro las páginas de Ultimate Spiderman vuelve a ser 1980.
O 1982.

Jaume Albertí