lunes, 8 de abril de 2019

Cómic Recomendado: OMEGA MEN


Con 23 años y motivado por los sucesos del 11S, Tom King entró en la CIA y acabó como agente antiterrorista en Baghdad. Sus experiencias en Irak acabaron por informar su serie El Sheriff de Babilonia (dibujada por Mitch Gerads y recopilada en cartoné en España por ECC en 2018), pero el tema bélico, sangrante y sin concesiones, aparece también de forma significativa en dos cómics más con guión suyo: Mr. Milagro (ilustrado de nuevo por Mitch Gerads y publicado en 12 números de grapa por ECC entre 2018 y 2019) y, el que nos ocupa, Omega Men (recopilado en cartoné por ECC en 2019).
Los Omega Men fueron creados por Marv Wolfman y Joe Staton a principios de la década de los 80 del pasado siglo, apareciendo por primera vez en las páginas de la serie regular de Linterna Verde. Este grupo de rebeldes del sistema Vega luchaba contra las fuerzas opresoras de la Ciudadela, que tenía bajo su yugo a todos los planetas del sistema.
Los Omega tuvieron su propia colección mensual en la que la oposición a los invasores se llevaba a cabo de forma drástica y despiadada. La colección era cruda, muy cruda, en la representación de la violencia, algo casi inédito en un tebeo de “superhéroes” de la época. Y digo “superhéroes” porque aunque los Omega representaban el Bien con mayúsculas y su causa era legítima (y la Ciudadela representaba el MAL), ninguno de ellos podía alardear de no haberse manchado las manos de sangre. Los componentes principales del grupo eran dispares, cada uno nacido en un planeta distinto de Vega, y con unos esquemas mentales y físicos variopintos. Solo su odio a la Ciudadela y su confianza en el resto de los Omega los mantenía unidos.
El trabajo de King (ilustrado mayoritariamente por el efectivo Barnaby Bagenda) recoge el testigo del cómic de los 80 y lo hace aún más realista y, por tanto, oscuro (no hay nada más oscura que la guerra real). Los Omega siguen ensuciándose en cuerpo y alma para liberar a Vega de la Ciudadela, e incluso secuestran al actual Linterna Verde para utilizarlo como “bomba” en un ambicioso plan, que se va desvelando episodio a episodio, para acabar por siempre con la tiranía que les ha transformado en los sangrientos rebeldes que son hoy en día.
El realismo en los cómics de superhéroes, en mi opinión y en la mayoría de los casos, no les sienta nada bien, pero ese es un tema que da para mucho y creo que ahora debemos centrarnos en el caso que nos ocupa. Como ya he dicho, los Omega no son superhéroes (aunque habiten el universo superheroico de DC) y el tratamiento que se le da a la guerra en este libro es histórica y contemporáneamente real, y eso es un punto a su favor y de hecho es para mí el principal aliciente del cómic. En ningún momento aplaudes lo que los Omega hacen para conseguir su propósito último (y si lo haces, amigo, es que tienes problemas): actos terroristas, dejar morir a miles para salvar a billones… Es necesario, es estomacante. King no rehuye las consecuencias de todo conflicto bélico en el que están implicados civiles. Los lásers matan, mutilan, dejan marcas en los difuntos y en aquellos que les sobreviven. Cambian la ortografía de ciudades, de planetas enteros. Transforman, envilecen el imaginario colectivo de naciones. No hay solución de cuento de hadas (o de tebeo de superhéroes): es imposible derrotar a la Ciudadela sin ponerse a su nivel o peor. La evolución del personaje de Kyle Rayner (el Linterna Verde secuestrado) es plenamente indicativa de ello.
Si estoy dando a entender que es un cómic nihilista es porque así es y no puede ser de otro modo. También es una lectura compulsiva, repleta de misterios, con una narrativa a menudo sincopada y que frecuentemente nos deja con la certidumbre de que hay algo que se nos escapa, pero eso es una de las características del trabajo del guionista y con un poco de paciencia por parte vuestra podréis ver que todo queda aclarado al final.
Y el final es tan demoledor como el resto de la serie. Se hace un repaso sobre donde están los protagonistas actualmente y, pese a no saber con seguridad si la información que se nos da es verdadera o falsa, o algo intermedio, las probabilidades de que los Omega se hayan convertido en aquello contra lo que han luchado tan encarnizadamente son tan altas que te dejan sin respiro y con la seguridad de que no hay ninguna guerra que se gane. Todas las guerras se pierden.

Jaume Albertí