La siempre atenta editorial Astiberri vuelve a darnos una grata sorpresa con la publicación, en una cuidada edición, del primer volumen de la serie Heathen (“Pagana”), de Natasha Alterici. Se trata de un cómic de origen modesto: Alterici no tiene precisamente una larga y exitosa comercialmente hablando trayectoria en el medio, y su publicación original ha dependido de proyectos de crowdfunding. Ahora bien, el resultado final tiene, en mi opinión, los méritos suficientes como para prestarle la debida atención, tanto a nivel artístico como de historia y mensaje (que lo tiene). Os cuento.
Lo primero que me llamó la atención fue el dibujo. La autora usa un trazo espontáneo, algo abocetado y con un interés primario en las figuras. Los fondos casi brillan por su ausencia, algo favorecido por los paisajes nevados que son el omnipresente escenario de la obra. Todo esto hace que destaque la soltura, la facilidad para el dibujo de Alterici. Hay ciertos dibujantes que necesitan definir mucho su trazo, llenar de detalles, rayitas y demás para darle una apariencia solvente. Otros, en cambio, son capaces de “engañar” a la vista para que, con un mínimo de elementos, seamos capaces de identificar perfectamente todo lo que aparece en la viñeta. Un estilo minimalista es algo más difícil de alcanzar de lo que parece, y ejemplos paradigmáticos como el de Alex Toth nos dan buena idea de ello. Nuestra autora, salvando las distancias, traza maravillosamente bien anatomías, expresiones faciales, movimientos y escenarios de un modo engañosamente simple. Incluso algo tan tradicionalmente difícil, según concuerdan muchos artistas, de dibujar como son los caballos queda resuelto de modo, me parece, brillante (y lo mismo para sus lobos).
La historia, por su parte, me resulta algo sorprendente por lo amable. Cuando existe un “mensaje” detrás de una obra artística, a veces se corre el riesgo de llevar las cosas un tanto al extremo, de plantear la historia en trazos demasiado gruesos y polarizar en exceso los bandos en conflicto, esencializando la postura propia y excluyendo las demás. O bien, lo que no es menos habitual, de incidir en posturas desprendidas, como de vuelta de todo, e incluso cínicas. Alterici juega a través de sus personajes, dejando que estos lleven el peso de la historia, sin dar discursos, pero dejando sus cartas bien a la vista. La protagonista es una joven vikinga que, por sentirse atraída por otra joven, resulta expulsada de su aldea e inicia una aventura a través de las tierras del norte, donde encontrará animales parlantes, dioses y, cómo no, gente normal. Otros personajes viven sus historias en paralelo, y la trama va avanzando con naturalidad.
Ya solo queda invitaros a que os hagáis con este tomo. El único problema es que esta primera entrega se hace corta, lo que tampoco es tan malo: más ganas para la siguiente.
Rafael