La fantástica ilustradora Lorena Alvarez se inspira en su propia infancia y en su educación en un colegio religioso para dar vida a Sandy, la protagonista de este cómic. Ya en el primer tomo, “Luces Nocturnas” (con dos nominaciones a los premios Eisner y reseñado ya en nuestro blog AQUÍ), se puede entrever perfectamente una dura crítica hacia la educación tradicional, una educación que pone límites y penaliza todo lo que se sale de la norma.
Sandy se nos presenta como una niña con una riquísima vida interior y una imaginación apabullante. Es ella quien nos conduce por un cómic que refleja perfectamente la ansiedad y el terror que atraviesa cualquier artista al crear.
En “Hicotea” nos encontramos a una Sandy llena de preguntas y muy consciente de la fragilidad de la naturaleza. En una excursión del colegio, se aleja del grupo y se encuentra un caparazón de tortuga que parece estar vacío. Al asomarse por el agujero de este, Sandy se ve absorbida y cae en un curiosísimo Museo de la Naturaleza, lleno de esculturas, pinturas y libros, donde vive Hicotea, una tortuga también llena de preguntas.
Las aventuras de Sandy nos dan la excusa perfecta para reflexionar sobre temas complejos tales como nuestra responsabilidad en la conservación de la naturaleza, el poder de la curiosidad para llegar al conocimiento, la estrecha relación entre arte y ciencia y sobre la pequeñez del ser humano. Aún así, a pesar de lo serios que puedan parecer tales temas, no resulta un cómic denso. ¡Todo lo contrario!
A nivel técnico me parece que el dibujo de Lorena Alvarez es tan expresivo que recomiendo disfrutarlo sin prisas, pasando muy tranquilamente por sus viñetas. Por otra parte, la paleta de colores no puedo describirla más que como maravillosa. Sigue, como en el primer tomo, jugando con los tonos morados y verdes y también se observa un gran contraste entre la realidad de Sandy y su potente imaginación. Mientras que el primero tiene un aspecto más apagado y monótono, en las escenas donde Sandy se adentra en el mundo mágico, el color se desata, como una explosión, luminoso e intenso.
En resumen, “Hicotea” mezcla perfectamente la fantasía infantil y el terror. La realidad y la imaginación. El color y la nada.
¡Pura belleza!
Joana Van Dasselaar